miércoles, 10 de febrero de 2010

Moonage Daydream


Mooonage Daydream – Noize side-story:

En un día como cualquiera, Steve Costello se levantaba temprano para comenzar a ejercitar sus largos dedos con su guitarra. Medio adormilado, intentaba pararse de la cama mientras forcejeaba suavemente con un trío de figuras altas, blancas y delgadas que lo empujaban hacia atrás.

No le causaba ninguna impresión, desde niño estos seres se acercaban de vez en cuando a visitarlo. Tampoco alardeaba, ni le contaba a sus amigos, no valía la pena, perdería la admiración y prestigio que tanto se había esforzado por adquirir.

Los “grises”, como comúnmente los llamaba, intentaban decirle algo, pero Steve se había rendido hace años en comprender que le decían y les apartaba sus alargadas manos del rostro, para intentar una vez más salir de la cama.

Se le hacía tarde, debía practicar al menos unas 6 horas para estar en su mejor condición. Ellos no parecían comprender que para Steve, lo que quisieran decirle, nunca iba a ser más importante que su música.

Steve tomó su guitarra y la afinó un poco. Los “grises” lo miraron fijamente escrutando la expresión que se le formaba en el rostro mientras movía las clavijas. Comenzó a tocar un par de acordes y luego armó una melodía. Los visitantes observaban atentos cada detalle, concentrados en los gestos y poses del músico.

Tras unas tres horas, Steve paró para comer algo, lo que causó que los grises se mostraran inquietos e intranquilos. Miraban hacia todos lados, en especial la pared llena de relojes de la habitación de Steve.

Steve volvió a tocar, pero sus acompañantes parecían no obtener lo que querían. Los miró de reojo y finalmente se entregó a ellos, lamentándose interiormente por aquella pérdida de tiempo.

Le clavaron un par de agujas y el guitarrista se dejó llevar por el sueño.

Le dolía un poco la espalda, pero lo ignoró y extendió la mano hacia su guitarra. Encontró la habitación vacía y no había pasado ni un minuto desde la última vez que se despertó. Se encontraba solo en la habitación, ni rastro de los visitantes. Metió la mano al bolsillo y se dio cuenta de que su uñeta preferida no se encontraba ahí. No se encontraba angustiado, confundido o asustado. Sólo lamentaba no haberse despedido de sus amigos los aliens…

Como escribí arriba, este pequeño cuanto es un side story muy volado que se me ocurrió el otro día en mi parcela. El personaje de Steve Costello pertenece a Noize, el cómic en el que trabajo actualmente. :D